Hoy es el Día Mundial del Braille. La ONU reconoce este día desde el 28 de diciembre de 2018. El multilingüismo es uno de los valores base de esta institución. Todos debemos poder comunicarnos con todos y entender lo que nos rodea con facilidad.
Según la Organización Mundial de la Salud hay unas 36 millones de personas con ceguera en el mundo, y 216 millones sufren discapacidad visual moderada o grave. En consecuencia, estas personas tienen más posibilidades de vivir en pobreza, disfrutar de una peor salud o tener más dificultades para acceder a una educación y un empleo de calidad.
¿Qué es el sistema Braille?
El sistema braille es el lenguaje que utilizan las personas con discapacidad visual o ceguera para poder escribir y leer textos, libros o documentos. La RAE lo define como «el sistema de escritura para ciegos que consiste en signos dibujados en relieve para poder leer con los dedos».
Este sistema fue inventado a mediados del siglo XIX por el francés Louis Braille, quien perdió la visión a los tres años de edad debido a un accidente en el taller de su padre. A los 15 años fue profesor en la Escuela de Ciegos y Sordos de París. Ahí, con el fin de tener un método eficaz para enseñar, tomó como base el sistema inventado por el militar Chales Barbier de la Serre y lo fue perfeccionando. La primera versión del Braille salió a la luz en 1829.
El alfabeto braille consiste en celdas de seis puntos en relieve, organizados como una matriz de tres filas por dos columnas, que convencionalmente se numeran de arriba abajo y de izquierda a derecha. La presencia o ausencia de puntos permite la codificación de los símbolos. Mediante estos seis puntos se obtienen 64 combinaciones diferentes. Existen además signos diferenciadores especiales para convertir a una letra en mayúscula, bastardilla, número o nota musical.
Apuesta por la inclusión
En los últimos años se está apostando por la integración de los niños invidentes en los colegios. En total existen la actualidad 4.172 niños entre 0 y 18 años afiliados a la ONCE en España. La idea es evitar la exclusión que pueden generar los colegios para invidentes o ciegos.
Todos los estudiantes tienen el mismo derecho que cualquier otro alumno de recibir una atención educativa equitativa y de calidad, respetado sus necesidades específicas para posibilitar su plena inclusión educativa y social. Para ello es necesario apostar fuerte. En función de las necesidades específicas relacionadas con la discapacidad visual del alumnado deberán existir profesionales especializados para la enseñanza.
¿Y la pérdida de visión en edad adulta?
La pérdida de visón en edad adulta supone aprender de nuevo a leer y escribir. Por ello, la Fundación la ONCE ha intensificado la enseñanza del Braille a las persona que pierden la visión en edad adulta.
Según explica Ana Isabel Ruiz, directora de Educación, Empleo y Braille de la ONCE, “el objetivo de este nuevo servicio del promotor de braille es intensificar la enseñanza para personas que pierden la visión en edad adulta, una labor que en los últimos años se ha venido haciendo a través de los instructores de tiflotecnología, pero que entendemos que es necesario actualizar”.
